lunes, 29 de octubre de 2018

Late Night



No me mires así. Es cruel tu mirada de compasión, mi reflejo en ella me hace daño. Soy un ciervo herido al que pronto podrás colgar en tu pared de trofeos, como recuerdo de algo bello que observabas antes de verlo desvanecerse. Y no te puedo mentir, cada día me hace menos daño tu forma de mirarme pero aún no lo suficiente como para no sentir nada. Y siento que estás aquí, a mi lado, porque noto el calor de tu cuerpo ante mí. Y te escucho... pero cada día tu voz es más frágil, a pesar de ser la misma, empezando a convertirse en un susurro a través del tiempo. 
No lo entiendo, al menos no del todo, porque eres tú el que ha decidido marcharse pero soy yo la que se está evaporando ante tus ojos. Y entre tanto vaho no puedo distinguir si realmente esto va en serio, así que no sé si ponerme a llorar o a dormir. 

Siguen pasando los días pero no te vas, ni de mi casa, ni de mi cama, ni de mi cabeza… y no lo entiendo. Todas las mañanas me despierto tensa por haberme pasado la noche intentando obligar a mi cuerpo a no acercarse al tuyo, como si intentase repeler la atracción de un imán. Y ya no puedo más, no puedo más con tu recuerdo. Te fuiste hace meses y aún te veo, aún te siento, tu jodido recuerdo te imita a la perfección, me mira, me habla, incluso huele como tú. Y no eres tú, lo sé, pero aún así se me hace difícil seguir conviviendo contigo.



M.

No hay comentarios:

Publicar un comentario