lunes, 7 de diciembre de 2015

Esa manía tuya de volver cuando ya apenas dolías.





Llegaste como las adicciones que reaparecen en las noches de excesos, 
en las noches de querernos y jodernos. 

Llegaste cuando comencé a cambiar la sombra sobre la que hablaban mis versos. 

Llegaste mojando  los miedos que ardían en mi cuerpo. 

Llegaste porque el karma sabe que lo que más deseaba, 
era lo que más me acabaría  doliendo.

Llegaste con una paz que se convirtió en guerra fría de reproches y de besos. 

Llegaste del mismo modo que yo nunca llegué a otros cuerpos. 

Llegaste afinando dudas, fingiendo liberar mis sueños.

Llegaste declarando que hay miradas que son la puerta al paraíso eterno
aunque en este caso nos sobró la manzana y la serpiente rodeándonos el cuello. 

Llegaste, y aún así te sigo echando de menos.
Legaste, pero nunca terminaste de hacerlo. 


M.






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